El órgano excretor es el riñón, que sirve como verdadero órgano depurador o filtro del resto de los productos de deshecho provenientes de las combustiones respiratorias.
El sistema excretor está formado por el aparato urinario que comprende dos glándulas secretoras donde se elabora la orina, los riñones; dos conductos colectores, que recogen la orina a la salida del riñón, los uréteres; un órgano receptor de la orina, la vejiga; y un conducto secretor que la vierte al exterior, la uretra. Las glándulas sudoríparas participan de este sistema excretando entre un 10% y un 5% de deshechos metabólicos a través del sudor que está compuesto por las mismas sustancias que la orina pero en una concentración mucho más baja.
La orina es un líquido transparente, de color amarillento, y lleva disueltas varias sustancias. Un litro de orina contiene normalmente agua, 10 mg de cloruro de sodio y dos productos tóxicos: la urea (25 g) y el ácido úrico (0,5 g). La urea es elaborada en el hígado con los productos procedentes de la combustión de las proteínas y llevados allí por la sangre. Sabido es que, en la respiración celular, el producto resultante es el anhídrido carbónico y el agua, que proceden de la oxidación de los lípidos y glúcidos. De las proteínas procede el nitrógeno que, al no poder ser eliminado por los pulmones, es conducido por la sangre al hígado y transformado allí en urea. La proporción de urea en la orina aumenta con un régimen alimenticio de carne y disminuye con un régimen vegetariano. En ciertas afecciones la orina puede contener otras sustancias, por ejemplo en el caso de la diabetes que trae excesiva proporción de glucosa.
La vejiga es una bolsa muscular y elástica que se encuentra en la parte inferior del abdomen y está destinada a recoger la orina que traen los uréteres. Su capacidad, variable es por término medio de un tercio de litro. La uretra es un conducto por el cual es expulsada la orina al exterior, empujada por la contracción vesical; se abre al exterior por el meato urinario y su base está rodeada por el esfínter uretral, que puede permanecer cerrado a voluntad y resistir el deseo de orinar.
Los riñones son dos glándulas de color rojo oscuro colocadas simétricamente a los lados de la columna vertebral, en la región lumbar. Miden 10 cm de largo y pesan unos 150 gr cada uno; el peritoneo, membrana serosa que cubre la superficie interior del abdomen, los sujeta fuertemente contra la pared abdominal. La extremidad superior de cada riñón está cubierta por una glándula endócrina, la glándula suprarrenal.
La sangre que se va a depurar pasa por la arteria renal hasta los riñones y sale por la vena renal. Debajo de la envoltura granulosa, formada por los glomérulos de Malpighi. Dichos glomérulos están constituídos por capilares sanguíneos, arteriolas, y envueltos en la cápsula de Bowman, que es una bolsa que se continúa con el tubo urinífero. Cada riñón contiene dos millones de estos tubos, agrupados en haces piramidales; son los que contiene la orina, la cual pasa a la pelvis renal y de ahí a los uréteres, que son los conductos excretores del riñón que comunican pelvis con la vejiga. La vejiga tiene una longitud aproximada de unos 30 cm y un diámetro de 5 mm. En ella se deposita la orina hasta el momento de su expulsión al exterior.
La nefrona, también llamado nefrón, es la unidad estructural y funcional del tejido renal, de las que hay aproximadamente un millón en cada una de los riñones.
La nefrona (o nefrón) es una especie de tubo finísimo, con un diámetro entre 20 y 30 milésimas de milímetro y una longitud de hasta 50 milímetros.
Si se pusieran todas las nefronas de ambos riñones una a continuación de otra, alcanzarían una extensión de 100 km. La nefrona tiene un extremo cerrado y otro abierto y se continua con un conducto colector.
En el polo ciego, siempre situado en la corteza, la nefrona comienza por una especie de expansión esferoidal que contiene el llamado glomérulo.
Este dispositivo esta constituido por 4 o 6 capilares sanguíneos apelotonados y que se intercalan entre una arteriola aferente y otra eferente que entran juntas en aquella expansión.
El glomérulo se encuentra en un espacio limitado por una pared que se llama cápsula glomerular o de Bowman, que engloba dichas asas capilares y que deja un hueco libre que sirve para recoger el filtrado urinario.
Por un extremo, la cápsula se abre como embudo, con la segunda porción de la nefrona, el túbulo, el cual recoge la orina primaria.
El túbulo consta de varios segmentos, todos ellos situados en la corteza renal, a excepción de uno, intermedio, que penetra en la médula.
Al final del túbulo se encuentran los conductos colectores (ya en la médula) que, confluyendo con los de otras nefronas vecinas, van a desembocar en última instancia en la pelvis renal, en la que vierten, gota a gota, la orina final.
La orina (composición) es tóxica debido a las sales de potasio y materias colorantes que contiene; pero lo es diez veces menos que la bilis.
Se encuentra en la orina agua(950 por 1000), cloruros, sulfatos, fosfatos de sodio, de potasio y de magnesio (20 gr), urea (20gr), ácido úrico (0.5gr), en estado de uratos de sodio y calcio, y urobilina.
La urea y el ácido úrico son productos de deshecho de las materias albuminoideas ; substancias que se desdoblan en aminoácidos, leucina, tirosina y glicocola, y que luego, bajo la influencia de un fermento del hígado, dan NH y carbonato de amonio [CO (NH ) ], el cual produce urea [CO(NH ) ] al perder dos moléculas de agua.
Cuando hay exceso de ácido úrico, este se deposita en forma de agujillas en los cartílagos articulares y da lugar a la enfermedad llamada gota.
La orina es ácida en el hombre y los carnívoros, y alcalina en los herbívoros. Su composición varia con el régimen alimenticio y el estado de salud. En los animales ovíparos es a veces casi sólida.
Los constituyentes de la orina no se forman en los riñones, sino en otros órganos del cuerpo. En la orina pueden encontrarse productos anormales tales como la glucosa, que produce la diabetes o glucosuria; la albúmina, que indica una lesión de las paredes de los tubos uriníferos, y cálculos uriníferos, formados por ácido úrico, urato y fosfatos amónico magnésico (enfermedad de la piedra).
La orina se forma en dos etapas: primeramente se produce una filtración de agua y sales por el glomérulo a causa de la presión sanguínea (14mm). Todo lo que eleva la presión sanguínea (calor, alimentos, bebidas calientes), aumenta, pues, la cantidad de orina.
En segundo lugar se produce la extracción de la urea y ácido úrico de la sangre por el epitelio de los túbulos.
Defecación, Excreción, Secreción
Los términos defecación, excreción, y secreción pueden ser confundidos. La defecación se refiere a la eliminación, por el orificio anal, de deshechos y alimentos sin digerir, que en conjunto se llaman heces; el alimento ingerido no ha entrado en ninguna célula del organismo ni tomado parte en el metabolismo celular y por lo mismo no puede considerarse como residuo metabólico.
La excreción se refiere a la eliminación de sustancias que ya no van a ser utilizadas en el organismo y que proceden de las células y la corriente sanguínea. La excreción de desechos por los riñones representa un gasto de energía de las células, en cambio, el acto de la defecación no requiere este esfuerzo por parte de las que tapizan las paredes intestinales.
Secreción es la liberación por parte de una célula de alguna substancia que se utiliza en otra parte del organismo de modo funcional; por ejemplo, las glándulas salivales segregan saliva utilizada en la boca y el estómago para la digestión. En las secreciones están comprendidas las actividades de las células secretorias, por lo que se requiere que éstas consuman energía.